Tribulaciones de un Jedi en prácticas

Epichode II: El ataque de los mariclones

Bueno, fin de semana acabado, finiquitado y prácticamente olvidado... En fín...
Tanto trabajar va a acabar conmigo o por lo menos con mi vida social. Como salgo tarde del bar llego siempre a los sitios cuando todo el mundo va muuuuuyyyy taja y se rie mucho y tal. Y claro, yo estoy, como mucho, cansado (creo que no cuenta como psicotrópico). Intentas pillar el puntillo con un par de cubatas rápidos, echas un vistazo a ver qué encuentras y lo único que consigues realmente es estresarte, porque estás a años luz de la borrachera que lleva todo el mundo y, encima, te puedes permitir el lujo de ver cómo te vas a encontrar después y, la verdad, no motiva mucho pensar que vas a pasarte el resto de la noche balbuceando incoherencias, para qué nos vamos a engañar...
Decido jugar un rato al futbolín, a ver si entro en el espíritu de la cosa o algo. Difícil, ya que todo el resto de jugadores está muy pasado y no logran ni dar a la bola. Al final me retiro sin perder una partida porque no es cuestion de pasarse la noche entera agarrado a los mandos. Me bebo un par de cubatas más. Bailo. Miro mujeres varias. Hablo con gente que va demasiado borracha para recordar cómo me llamo o de qué me conoce. Bailo un poco más. Me aburro. Decidimos cambiar de local. Nos vamos a uno mucho más grande y con más gente. Ahora además de asquerosamente sobrio y aburrido tengo mucho calor y la gente me empuja. Colapso en 3,2,1...

ME QUIERO LARGAAAAAAAR!!!! POR DIOS!!!

5:30 de la mañana. Al fin llego a casa. Sigo asquerosamente sobrio, asquerosamente aburrido y además me duele todo. Menos mal que tengo a Pratchett en la cabecera de la cama.

8:30 de la mañana. Con el material quirúrgico adecuado me logro separar de The Science of Discworld II. Me lo he pasado mejor en 3 horas de lectura que en 4 de "cachondeo, fiesta y descontrol". Lástima que leyendo no conoces mujeres...