9 de Febrero 2004

Lo que te metí mientras te hacías la borracha...

Para no variar, este finde he tenido otro expediente X, otro suceso para-anormal que le ha puesto la chispa necesaria a un par de días bastante aburridos.

Estaba yo, como siempre, en una discoteca de cuyo nombre no quiero acordarme (ni puedo, ya puestos), cuando, enderepente (Sevilla dixit) vi a una mujerzuela de aspecto agradable que se acercaba a mí. Yo, seguro de mí mismo como siempre, me hice el loco no fuera a ser que me hablara o alguna otra aberración del estilo. Pues no, ni corta ni perezosa, pasó por mi lado y me propinó un soberano pellizco en la nalga derecha que me dejó un cardenal que aún ahora adorna mis posaderas. Herido en mi orgullo de macho hispánico o algo que se le parecía la seguí en su recorrido y me puse a bailar justo a su lado. Ella, notandolo, se enfrascó en una complicada danza alrededor de mí alternándose con una amiga suya de la misma calaña que le había echado el ojo a mi amigo.
Fue un rifi-rafe de aquellos que ponen los nervios de punta, con miradas encendidas, roces casuales y manos dejadas atras con toda la intención del mundo. La danza entró en una vorágine de toqueteos y suspiros, jadeos y deseos que me encendió enormemente como ella pudo notar al palpar sin ningún tipo de vergüenza mis eméritos inguinales en un movimiento que no pude evitar.
Aquello ya pasaba de castaño oscuro y decidí que no podía ser que ella fuera la única en aprovecharse del otro. Me acerqué por la espalda y ella, sorprendentemente, y antes de que llegara, se fue y se sentó en un quicio a un par de metros de mi. No quise sopesar las repercusiones de tan extraño acto y me limité a observar durante un par de minutos.
Pa qué...
En nada, la chica se había caido al suelo víctima de su TREMENDA borrachera y su amiga estaba tirandole en la cabeza todo lo que pillaba. Agua, cubatas, todo lo que pillaba se lo tiraba encima, intentando revivirla un poco.
Al final, los porteros del local se la llevaron a la calle coincidiendo con el momento en que mi amigo y yo nos ibamos. Su amiga, con cara de avergonzada, pasó por nuestro lado y se oyó un tímido:
-Es que ha bebido un poco...

Ni que lo jures, bonita...

Escrito por Anakinet a las 9 de Febrero 2004 a las 02:48 PM
Comentarios

¡El título prometía otro tipo de relato! ¡¿Dónde está la escopolamina?! ¡TONGO! ¡QUE ME DEVUELVAN LA PASTA!

Escrito por Somófrates a las 9 de Febrero 2004 a las 02:52 PM

El título es una tergiversación de un disco de La Oreja de Van Gogh que hacía tiempo que quería hacer y no he perdido la oportunidad de hacerlo. Deberías ya saber que en mi blog nunca pasa realmente nada (o casi nunca)... Yo no prometo nada jamás, que aluego cuesta de cumplir... :-)

P.D: ¿Qué coño quieres decir con lo de la escopolamina?

Escrito por Anakinet a las 9 de Febrero 2004 a las 03:03 PM

Ala.

La Oreja de Van Gogh.

Creo que voy a vomitar un rato.

(Ala, otro pal club de "acosados por borrachos")

Escrito por angua a las 9 de Febrero 2004 a las 06:43 PM

Bueno, bueno, a mi tampoco me gusta la oreja de van gogh, pero tampoco es que vaya a vomitar. Además, hoy me toca desintoxicación en Vall d'Hebron con los grandísimos DREAM THEATER!!!!!! xDDD

Escrito por Anakinet a las 10 de Febrero 2004 a las 10:18 AM

Yo que esperaba leer una de esas grandiosas historias de fin de semana que hacen leyenda, que recorren el mundo, que pasan a los anales (con perdón) de la historia... Pero bueno, mejor que mi fin de semana, seguro.

(Si quieres el carné crápula, escríbeme a mostazadecanela@hotmail.com y envíame el cromo de tu blog para personalizártelo)

Escrito por Mostaza de Canela a las 10 de Febrero 2004 a las 05:04 PM

jejeje, COJONUDO!

Escrito por xabe a las 12 de Febrero 2004 a las 01:51 PM
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