10 de Junio 2004

El intruso...

Hoy os voy a contar la historia de una noche. La historia de la noche de ayer. Hoy estoy rozando el límite de la cordura y os voy a presentar al culpable. Al intruso de mi noche...

Ayer volvía a mi casa a eso de la una de la madrugada después de una opípara cena con unos amigos. Nos habíamos reido, habíamos comido bien y bebido mejor. Me iba a la cama en paz conmigo mismo, relajado y lo suficientemente agotado para poder pegar ojo a las primeras de cambio. Me las prometía muy felices, sí.
Llegué, me desvestí y me metí en el sobre, como siempre. Pillé mi nuevo libro, "Presa" de Michael Crichton que me tiene enganchadísimo. Nada, me dije, unas veinte páginas y ya estaré que me caigo. Empecé a leer y entonces me percaté de un ruido curioso. Era el chillido sincopado de un ave indeterminada que sonaba bastante cerca. Me asomé a la venta abierta (imposible dormir con la ventana cerrada con el calor que hace) y miré en el solar de enfrente. Allí, alumbrado por la luz anaranjada de las farolas, había un gato negro. Este gato estaba en posición de ataque, agachado, con una de sus patas delanteras apuntando al frente. En la semioscuridad no pude ver cúal era el objetivo de su ataque, pero intuía una forma de ave en las sombras y escuchaba ese chillido agudo que se repetía cada escasos segundos. El gato estaba concentrado, mirando fíjamente a su presa. Y cargó, rápido como sólo un gato puede serlo. Inmediatamente su presa alzó el vuelo elegantemente y se posó en un muro cercano. Entonces pude ver de qué se trataba. Por su colorido plumaje pude deducir que se trataba de un cuervo común, negro como los cojones de un grillo y de un tamaño considerable. Miraba al gato burlado con sus diminutos ojos y graznaba alto y fuerte, como retándolo. El gato, desorientado, giraba su cabeza a uno y otro lado en busca de su presa. Finalmente la vió e inició su ascensión al muro mediante un poste de la luz que había allí. Llegó arriba y volvió a atacar, esta vez alocadamente. El cuervo, sobriamente, volvió a elevar el vuelo y se posó en el otro extremo del muro. El gato, frenético, volvió a cargar mientras el ave volvía a levantar el vuelo y se apartaba de la trayectoria, cayendo finalmente el felino de bruces al duro suelo.
Me reí con la desgracia del pobre minino a pesar de que me encantan esos bichos y detesto a los cuervos. Me fuí de nuevo a mi cama y proseguí con mi lectura. Cada pocos segundos oía alguna nueva maniobra del gato y un nuevo graznido del cuervo que, evidentemente, lo estaba mareando a placer.
El caso es que después de más de 100 páginas me empezó a entrar el sueño por fin y decidí apagar la luz y dormir. Marqué por dónde iba, apagué la luz y encendí el radio-despertador para dormirme escuchando Hablar por hablar y la sensual voz de Mara.
Pero no podía, algo me molestaba mucho. A pesar del sonido de la radio podía oir claramente el sonido desgarrado del cuervo, una y otra vez, incansable. Graznaba y graznaba y el sonido agudo se me metía en el tímpano provocandome una ansiedad que me impedía dormir. Me intenté relajar pero era inútil, se me metía dentro de la cabeza y no podía hacer otra cosa que escucharlo y ponerme nervioso.
Al cabo de una hora de insomnio forzoso ya sólo tenía oidos para el graznido, claro y cercano, cada vez más. Veía al cuervo posado en mi ventana, mirandome y graznando para mí, destrozando mis nervios. Me tuve que asegurar de que realmente no estaba allí y pude verlo en su atalaya improvisada mientras el pobre gato lo miraba desde abajo, harto ya de seguirle por doquier. Intenté cerrar la ventana, pero el calor era sofocante. Me fuí a la otra punta de la casa pero puedo aseguraros que lo seguía oyendo, siendo esto físicamente imposible por la distancia. En mis febriles divagaciones llegué a pensar que era un chotacabras, esperando mi muerte por agotamiento para llevarse mi alma....
Finalmente, a eso de las 5 de la mañana, el agotamiento me ha vencido y he claudicado, cayendo en un sueño intranquilo donde enormes cuervos de negras plumas me arrancaban los miembros con su tranquila mirada mientras yo gritaba por el extremo dolor... pero al menos he dormido algo.

El despertador ha sonado a su hora. 7:30 AM. El primer sonido que he escuchado ha sido el maldito cuervo. Me he asomado a la ventana y allí lo he visto, sobrevolando al gato cada vez más cerca, intentando picarle para que siguiera con su inútil persecución. El gato, rendido, estaba estirado en el suelo con ojos cansados y ya ni siquiera ha intentado moverse cuando el cuervo ha comenzado a picotearle en la cola. En esos momentos lo he odiado con todo mi ser. He deseado que, de haber un infierno de los cuervos, a éste le tocara la peor tortura imaginable para un ser de sus características. Lo he deseado de veras, con todo lo absurdo que ahora me resulta.

Y entonces ha pasado lo que no me esperaba en absoluto. Un vecino, quizá tan obcecado como yo por el sueño y la desesperación, ha aprovechado las primeras luces del día para dispararle un perdigón desde algún edificio adyacente al solar. Ha sido un tiro limpio, el cuervo ha caido instantaneamente al suelo, con la cabeza destrozada...

No sé quién ha efectuado el disparo, no he podido verlo. Pero me he sentido aliviado, en serio. No me gusta que se haga daño a los animales pero éste, éste en concreto, no me ha dado ninguna pena porque doy fe de que era hijo del mismísimo Satanás y a su diestra se ha ido a sentar.
El gato, supongo que pensando lo mismo que yo, se ha levantado tranquilamente y con paso cansino se ha alejado del cuerpo. Seguramente ha ido a hacer lo que a mí no me ha sido permitido. Dormir algo. Cabrón con suerte...

Escrito por Anakinet a las 10 de Junio 2004 a las 11:55 AM
Comentarios

Quoth the raven, "Nevermore".

En la zona de Inglaterra en que estuve había muchísimos pajarracos parecidos, no sé si eran ravens, crows, magpies o rooks, pero el caso es que estaban 24/7, día y noche dando por culo. Al final te acostumbras.

Escrito por Lord Vetinari II a las 10 de Junio 2004 a las 08:22 PM

Un cuervo, un gato negro, el latir de su horrible corazón (o el graznido, para el caso...) Muy Poe, todo, no?

Escrito por Sota a las 10 de Junio 2004 a las 08:55 PM

Un poco triste la historia. Y no lo digo sólo por la muerte del cuervo, sino por la existencia del pobre gato callejero, cuya esperanza de vida es muy pequeña. Ayer mismo, me encontré un gatito perdido que no tendría más de una semana, llamando desaforadamente a su madre que no aparecía. Al final, se te meten tan adentro esos quejidos que no puedes pensar en otra cosa. Le bajé un poco de leche pero para estas horas seguro que ya estará muerto.

Escrito por hallofon a las 10 de Junio 2004 a las 09:14 PM

Veti: Supongo que a todo se acostumbra uno. Al fin y al cabo una paliza es un rato, no?
Sota: Pues sí, muy Poe. Lástima que la historia, concesiones poéticas aparte, es real como la vida misma y me ha tocado padecerla en mis carnes. Si al final de la noche el cuervo llega a posarse de verdad en mi ventana te juro que me muero del susto...
hallofon: La historia no es triste, es enervante. El cuervo no me da la más mínima lástima y el gato menos. Ese gato era mi mascota hace unos 15 años y lleva toda la vida (desde que se escapó) viviendo en ese solar. No le falta ni comida ni bebida y se pasa el día sobando al sol. De hecho, le envidio.
Pero sí, tienes razón, hay pocas cosas más dolorosas para el ánimo que el llanto de un gatito desamparado, te parte el corazón.

Escrito por Anakinet a las 10 de Junio 2004 a las 10:59 PM

¿Te resulta familiar la expresión "te entretienes con una mosca"?

Escrito por El Tato a las 10 de Junio 2004 a las 11:44 PM

lo que me extraña es que no le hubieses matado tu antes. yo no habria aguantado ni 10 minutos sin tirarle una pedrada. pero que bruta soy, madre mia!!
besitos humedos!!

Escrito por Chocobooby a las 11 de Junio 2004 a las 11:37 AM

De bruta nada, hija. A ver si te piensas que yo no lo pensé... Lo que pasa es que había varios problemas. A saber:
a) No dispongo de piedras en mi habitación y todo el mobiliario con partes móviles es demasiado caro como para pensar en incrustarselo a un cuervo.
b) El espacio disponible para cargar el brazo y hacer el lanzamiento es escaso y con ello las posibilidades de impactar eran bajas.
c) Si añadimos que el jodío cuervo se encontraba a 15 metros por debajo en la vertical y a unos 25 en la horizontal el disparo era, cuanto menos, difícil. Y hace muchos años que no juego ni al Scorched Earth ni al Worms como para ponerme a hacer pruebas. Si ni siquiera dispongo de trazadoras...

Escrito por Anakinet a las 11 de Junio 2004 a las 01:51 PM

Peazo post te ha salido, tío...

Escrito por Manu a las 13 de Junio 2004 a las 09:43 PM

muy bueno!!! no me huebira gustado estar en tu situacion colega!!

Escrito por xena a las 14 de Junio 2004 a las 01:23 PM
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