Viendo que mi sequía de ideas no acaba y temiendo por la continuidad de este blog he decidido apostar por posts algo más espontáneos y actuales. Algo más a salto de mata que me permita ir llenando entradas aunque no sea con textos de calidad. Puede que salga algo bueno de vez en cuando, aunque yo no contaría con ello. Leeis esto bajo vuestra cuenta y riesgo.
Viendo que no voy a poder llenar un post cada día con mis conquistas femeninas (creo que en un año no he llenado más que un par y da gracias ) voy a tener que ampliar mis temas, muy a mi pesar. Un tema que me gusta mucho y del que no hablo por considerarlo tabú es el fútbol. Como ya dije en otro post que no tiene nada que ver con éste el tema del fútbol es un tema complicado ya que hay tendencia a herir sensibilidades. Hoy en día hablar de fútbol con según qué personas es como mentarle a su puta madre en términos de cagarse en ella. Sí, así de triste es la vida de algunos que viven por y para el fútbol. A pesar de todo, voy a hablar de él porque, al fin y al cabo, como estoy detrás del monitor nadie me podrá pegar diga lo que diga. Espero no ser muy duro
Hay estudios que afirman que, dado que el modelo de civilización actual ya no se sustenta en la estructura jerárquica de tribus o pequeños grupúsculos de personas enfrentadas unas a otras, la adhesión a un equipo de fútbol (hágase extensible a otros deportes) es la manera que tiene el individuo (siempre masculino, aunque conozco chicas MUY guerreras con el tema) de identificarse con su tribu y tener esa sensación de pertenencia a un colectivo que le permite sentirse seguro y como en casa. Puede que no le falte razón, desde luego, para eso les pagan, para que investiguen. Yo no sé si esto es así o simplemente somos unos borregos que nos embelesamos con cualquier banalidad, lo que sí que tengo claro es que los hinchas de clubs de fútbol pueden llegar a ser tan violentos por su equipo como antaño lo hubieran sido por sus respectivas tribus.
A mí, personalmente, me gusta el fútbol. Sí, ya sé que sonará raro en un tipo que se las da tanto de sensible y metrosexual (que no significa que la tenga de metro). Bueno, la verdad es que de metrosexual tengo lo mismo que de rubio. Sensible sí soy, pero lo cortés no quita lo valiente, me gusta ver fútbol y, mucho más, practicarlo. Sé la dificultad que tiene hacer según qué cosas con el balón y cuando veo a alguien como Zidane ó Ronaldinho haciendo magia con la pelota no puedo hacer nada más que admirarlo. De igual manera lo hago con quien en mi ámbito laboral consigue hacer magia con los ordenadores, alguien es capaz de hacer cosas que tú no puedes y tienes tendencia a intentar imitar el modelo y ser como él. Es por eso que me gusta sentarme a ver un buen partido de fútbol y deleitarme con lo que esos magos son capaces en enseñarme. Pero no creo que deba excusarme por ello, es uno de mis hobbies y no hago daño a nadie con él. De hecho, cada día veo menos fútbol y lo juego más, que es lo que realmente me gusta.
Hay, sin embargo, muchas personas a las que el fútbol hace perder la cabeza. Gente violenta que llega a matar por lo que dice que es amor a unos colores. Discrepo, evidentemente. Yo soy del Barça de toda la vida, culé hasta la médula desde la cuna hasta la muerte pero no estoy dispuesto a permitir que ésta me llegue porque me discuto con alguien del Madrid y la cosa llega a mayores. Intento ser tolerante con la gente por temas como el color de la piel o la orientación sexual así que sería estúpido discriminarlos por el equipo por el que profesen cariño o admiración. Sin embargo, el odio, ese odio engendrado en la gente por los motivos que sean, es el culpable de que haya violencia en el fútbol. Leyendo el libro de Antonio Salas Diario de un skin me di cuenta de que yo conozco gente como la que describe en ese testimonio de primera mano. Gente que ha sido débil, a la que han puteado, que siempre se han dejado pisar y que, de repente, toma conciencia de su poder como grupo y decide hacerselo pagar a la sociedad que lo ha relegado a ese puesto anodino, sin futuro y sin respeto. Y se vuelven violentos y se rodean de iguales a ellos
y se sienten poderosos porque una tribu los ha aceptado y con ellos sí se saben en su sitio. Un sitio donde decides la vida y la muerte de la gente porque tú eres el amo. Conozco gente así. Y no era mala gente hace unos años. Sí, estaban puteados pero me caían bien. Ahora no puedo ni mirarles a la cara porque me dan asco. Y pena, mucha pena.
Pero la violencia es sólo una vertiente de este juego. Leía hace unos días un post famoso ya en el que hablaban de por qué el Diego, el gran Maradona, significaba tanto para los argentinos. Podeis leerlo aqui y vale la pena hacerlo. Realmente me emocioné cuando lo leí y recordé cuando yo era un niño gordo y bajito con muchos problemas en la vida. Eran malos tiempos para mí pero siempre había algo que me alegraba. El Dream Team, el mejor equipo que el Barça ha tenido jamás, campaba por España y por Europa exhibiendo un fútbol de ensueño, maravillando con su juego. En este Dream Team había un jugador llamado Hristo Stoichkov que lo era todo para mí. Gracias a él y a otros muchos que había en ese equipo no me hundí del todo y disfrutaba con el fútbol lo que la vida no tenía a bien darme. Lloré, sí, lloré cuando marcó Koeman el golazo de Wembley como lloré cuando el Milán nos humilló en Atenas. Y no me arrepiento de haber vertido mis lágrimas por algo tan tonto como el fútbol. No, entonces el fútbol era algo que llenaba mi vida, una de las cosas más importantes que tenía. Hoy en día no sería capaz de llorar por un partido, he descubierto que existen cosas como el amor, la amistad y la autorrealización que dan un sentido nuevo a mi vida y son las cosas por las que podría llorar. Pero quien sabe si estaría aquí si no hubiera sido por ellos
También soy aficionado al fútbol, de los que dejaron de llorar hace años por resultados y de los que disfrutaron mucho más jugándolo que viéndolo en TV. Nunca he acabado de fiarme de personas (especialmente varones) que se enorgullecen de decir que no les gusta el fútbol y se mofan de los que tenemos esta afición. Siempre he pensado que seguro que ocultan alguna deficiencia con esa actitud. Muchas gracias por tu escrito, y si así me lo permites, será comentado esta noche en casa con mi mujer. A ver si entiende por qué estaba embelesado como un niño y haciendo fotos a la tele mientras Albelda recogía la copa el otro día.
¡¡Ánimo que te ha salido de coña el post!!
Jajajajajaja! Gracias, tío! Y felicidades por la Liga y la UEFA, que os lo mereceis!
Escrito por Anakinet a las 27 de Mayo 2004 a las 01:13 PM