28 de Mayo 2004

Dentro de Matrix...

Cojo mi teléfono de última generación con Bluetooth y Wi-fi, marco el número del operador. Lo cojen inmediatamente.
-“Estoy dentro”- digo con mi mejor voz de Elegido.

Cuelgo y miro a mi alrededor. Un guardia de seguridad me mira con cara inquisitiva y examina mi atuendo de arriba abajo. Gafas de sol Oakley, traje de Armani impecablemente negro, zapatos italianos elegantísimos a la par que cómodos e, indeflectiblemente, negros, gabardina negra hasta los tobillos meciendose al compás de la brisa y dándome el toque necesario para parecer lo que soy. El Elegido.
Me acerco con paso firme, mis tacones resuenan por todo el vestíbulo con un ruido seco, rítmico, síncronizado con el sonido de mi propio corazón y el de mi futura víctima. Con cada zancada la tez del hombre se vuelve un poco más blanca y comienza a temblar ligeramente. Al llegar a su altura intenta hacer su trabajo y me pide la identificación. Le paso mi tarjeta del videoclub bocaabajo y él, sin quitarme la vista de encima la pasa por el lector magnético. El aparato, diligente, pita para avisar de que esa tarjeta no es válida. Mira un segundo el aparato y recoge la tarjeta para devolvermela.
-“Esta tarje…” – La voz se apaga con un murmullo tenue, solapado bajo el crujido del cuello al partirse. El movimiento ha durado apenas unos microsegundos en los que la cabeza del agente ha rotado 270 grados en ambos sentidos mientras sus vértebras se quebraban y su médula quedaba reducida a fosfatina. Un golpe seco posterior lo ha encajado todo precariamente dejándolo con los ojos en blanco y rígido como una estatua. La cámara de seguridad no ha podido registrar nada de eso, todo ha sucedido a velocidad sobrehumana. El agente no había podido soñar con una muerte más indolora que la que he proporcionado…
-“Gracias, agente”- las palabras surcan el vacío donde nadie más que yo puede ya oirlas mientras recojo la tarjeta de los inermes dedos que la sujetan. Sonrío mirando la mueca que ha quedado en el rostro del pobre hombre. No hubiera querido que fuera así, pero me podía haber delatado.

Me dirijo a los ascensores sabiendo que estoy siendo observado por las cámaras. Les ofrezco mi mejor sonrisa de Elegido. Puedo incluso oir un “cling” cuando la luz se refleja en mis Elegidos dientes. Pulso el botón para llamarlo. El ascensor llega y abre perezosamente sus puertas. Entro en su interior, pulso el botón de la planta de destino y espero a que las puertas se cierren. Con un seco ruido seco las puertas se cierran a la vez que, fuera de mi campo de visión, la cabeza del agente cae con ruido orgánico contra la mesa al desplomarse como un muñeco…

En la sala de control otro agente observa distraidamente como se cierran las puertas mientras la cámara rota por la habitación y se posa en la espalda del agente caído. El guardia, súbitamente despierto, busca febrilmente el monitor interno del ascensor donde me acabo de subir. Yo ya no estoy allí.

Salto desde el hueco del ascensor hacia el piso inmediatamente superior y abro las puertas sin apenas esfuerzo. La planta está en silencio pero sé que me están buscando. Espero que no me encuentren, la misión es importante, pero debo minimizar el coste en vidas humanas. Ellos no son culpables.
Me dirijo a las escaleras de emergencia, tengo que ascender cinco pisos y los ascensores están prohibidos. Debo pasar lo más desapercibido posible y evitar las cámaras de seguridad que me delaten.
Mal comienzo. En las escaleras de emergencia un guardia de seguridad me acaba de avistar y levanta su arma apuntando a mi cabeza. El primer disparo pasa a un par de centímetros de mi sien. Ni siquiera me preocupo de esquivarlo. Avanzo con paso firme y acelerando hacia mi adversario. El agente, horrorizado, vacía el contenido del cargador apuntando a mi pecho. Ninguna bala logra impactar, no estoy donde él cree que me ve. Llego a su altura y descargo mi puño en mitad de su cara sin intentar controlar la fuerza. Los nudillos hunden hueso, cartílago y masa encefálica y acaban impactando en la pared, que tiembla ostensiblemente al igual que toda la estructura del edificio. Debería aflojar un poco, son sólo humanos.
La bala sale del cañón del arma del agente que no había visto con una detonación demasiado sonora. Me giro a una velocidad quasilumínica y todo empieza a moverse muy despacio. Observo la bala saliendo del cañón del arma, el casquillo expulsado en una nube de gases calientes que fluctua como si fuera agua. Veo su forma aerodinámica surcando el aire a una velocidad superior a la del sonido pero que a mí me parece que casi no se mueve. Tengo tiempo de deleitarme con los patrones que imprime al aire al desplazarse, noto cómo se deforma por la presión y la velocidad. No hay tiempo para diversiones. Observo, a un nivel más bajo, el programa que corre por debajo de la realidad virtual que creo estar viviendo. Un programa simple, diseñado para proporcionar un aspecto “real” al movimiento de la bala que, realmente, no existe. Niego sus reglas, me niego a permitir que la cadena de datos que compone la bala siga su curso y destruya mi cuerpo y mi mente. Busco las variables del objeto, depuro el código y redefino algunas cosas. La bala ya no tiene una velocidad altísima en mi dirección, ahora la bala ha invertido su trayectoria y alcanza una velocidad que prácticamente la desintegra. No importa, realmente, no demasiado. Al menos para el pobre guardia que recibe el impacto en medio del pecho sin llegar a darse cuenta de la “magia” que acabo de utilizar.
No dejo tiempo a que más agentes se reagrupen, escapo escaleras arriba a la máxima velocidad que puedo desarrollar. Los pisos pasan velozmente, sin apenas ser vistos. Llego a mi planta.
En la otra cara del edificio está mi primer objetivo.
Corro hacia allí esquivando los ruidosos agentes que aún me buscan. Vislumbro el objetivo. Una ventana orientada al Norte y, afortunadamente, abierta. Apreto aún más mi carrera desesperada y salto al vacío. Veinticinco metros me separan de otra ventana, abierta como siempre, que se encuentra en el edificio de enfrente. Prácticamente vuelo en su dirección y observo el suelo que se encuentra a cien metros más abajo. Es curioso que en la vida real tenga vértigo…
Alcanzo el objetivo, atravieso la ventana y ruedo sobre mí mismo con las dos pistolas desenfundadas, cargadas y listas para abrir fuego. Pero no hay nadie sobre quien abrir fuego.
En el edificio de enfrente aún buscan al asesino sin sospechar que el plan nada tenía que ver con ellos ni su maldito edificio. Ya estoy en mi objetivo. Ahora sólo me queda llegar al ordenador y…
-“Señor Anderson…” – la voz suena traicioneramente a mis espaldas.
Mierda…
-“Vuelve a llegar tarde a trabajar, como siempre…”
Mierda, mierda, mierda…

Hasta los elegidos se tienen que ganar de alguna manera los garbanzos, ¿no?

Post dedicado a los autores de "Dentro de Matrix". Magnífico trabajo el vuestro, sinceramente... :-)

Escrito por Anakinet a las 28 de Mayo 2004 a las 03:28 PM
Comentarios

"Ninguna bala logra impactar, no estoy donde él cree que me ve."

Puto lag...

Había oído algo del libro ese, me lo tengo que comprar cuando vuelva (y el banco haya dejado de poner precio a mi cabeza).

Mu buena la entrada.

Escrito por Lord Vetinari II a las 28 de Mayo 2004 a las 07:06 PM

Merci por el cumplido.
Realmente el libro vale la pena. Arriesgate a que te detengan que no te arrepentirás!

Escrito por Anakinet a las 28 de Mayo 2004 a las 07:24 PM

Joder, Anakinet, si tú estabas de sequía de ideas, yo quiero una sequía de esas. Un post muy bueno, me ha gustado mucho.

Escrito por El Tato a las 29 de Mayo 2004 a las 06:08 PM

Pues "Dentro de Matrix" es un libro que han escrito Pedro Berruelo y David Catalina que profundiza en lo explicado en la trilogía de los Wachoski. Analizan todo lo que las películas tienen que mostrar tanto visual como conceptualmente. Te lo recomiendo encarecidamente.
Para buscar reseñas te recomiendo Dreamers.com y, si quieres información de primera mano, uno de los autores (David Catalina) tiene un blog en zonalibre: adultolescente.zonalibre.org

Escrito por Anakinet a las 1 de Junio 2004 a las 01:58 PM

Hola!! Gracias por los ánimos. Soy Pedro Berruezo (no Berruelo), coautor del libro, y en fin, nos alegra que a los fans les esté gustando. Fue un curro bastante grueso, pero de momento la respuesta de la gente está siendo muy buena.

Ah, y el blog de David es tremendo, pero el mío tampoco es que sea moco de pavo. Dadme la murga en www.focoblog.com.

Gracias y un saludo.

Escrito por Tones a las 7 de Junio 2004 a las 10:13 PM

Que gran post, Anakin! Me alegro de que te haya gustado DDM. Parece que al final ha merecido la pena el año de trabajo que nos dio.

Escrito por David a las 7 de Junio 2004 a las 10:51 PM

link

Escrito por link- a las 1 de Septiembre 2004 a las 02:07 AM
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