19 de Abril 2005

Filosofando sobre la vida...

La vida, mi vida, va cambiando de tonos según pasan los años. Supongo que es algo inherente al ser humano, pero es triste constatar que es cierto, que va pasando el tiempo y nos pasamos la vida intentando volver a sentir las cosas como antes haciamos. Como suelo yo decir, "buscando inútilmente el placer de aquella primera paja que nunca volverá"

Mi vida ha ido decayendo de forma progresiva de unos años para aquí. Antes todo eran rojos, verdes, azules y amarillos chillones desfilando delante de mis ojos. Todo era nuevo, todo era bonito y encantador. Cada pequeña experiencia que acumulabas te sabía como el primer bocado de un plato exquisito, sabroso e irrepetible. Precisamente eso es lo que no ves venir, el que sea irrepetible. Uno se lanza cuando es joven a una vorágine de sensaciones y se encuentra con veintitantos que todo tiene un regusto conocido. Como a pollo, que te encuentras el puto sabor en casi todo. Como si, de repente, toda tu vida contuviera el mismo E-330 impregnando cada cosa que haces, dices, ves o pruebas. Ya no hay emoción, ya no hay novedad, es todo el mismo gris apagado una y otra vez.
He sentido dos definiciones sobre mi generación que creo que dan en el clavo a la hora de definirnos. Somos la generación del microondas, lo queremos todo ahora, ya, engullimos sensaciones en los primeros años de nuestra juventud, buscando, quizá, cumplir el mito del vive deprisa y deja un bonito cadáver que predicaban las primeras estrellas del rock. Pero no tenemos tantas ganas de jodernos la vida ni tanto dinero. Ya no pensamos en morirnos a los 27 como un James Dean cualquiera ni tenemos acceso a un superdeportivo con el que estrellarnos contra un poste con un mínimo de glamour. Ni tan siquiera podemos morir ahogados en nuestros propios vómitos como si fueramos unos virtuosos de la guitarra, nuestros estómagos ya no son los que eran y encima nos da pánico la resaca en caso de que falle en suicido etílico. Y así nos va, que encaminamos los treinta con aire cansino y sensaciones de deja-vú cada vez que giramos la cabeza...
La otra definición es la que dice que somos la generación del video-clip. Nada puede pretender mantener nuestra atención más de un tiempo definido. Todo a nuestro alrededor ha de funcionar a 45 rpm y no durar más de 4 minutos o será olvidado inmediatamente. Ha de ser todo directo, rápido y certero. No tenemos paciencia ni pensamos a largo plazo, sólo nos interesa el próximo polvo (el que pueda follar), la próxima ralla (el que se drogue) o la próxima borrachera (quien más, quien menos). Somos inconstantes, volubles, breves. Nos han de impresionar, con sonidos extraños y potentes, con movimientos sinuosos y breves, nos han de anestesiar, colocarnos delante de las narices lo que nos quieran vender y dejarnos que lo compremos y lo aborrezcamos en un par de días. Las parejas de mi generación no duran, se acaba el amor o lo que sea al cabo de un par de años. La mayoría no tuvimos paciencia con los estudios sin que yo recuerde que fueramos muy tontos, simplemente nos aburriamos. Vivíamos, allá a los ya lejanos 18, una versión acústica y machacona del Smells like teen spirit, esperando que alguien nos entretuviera, nos educara, nos diera algo que valiera la pena y que, por supuesto, no durara más de cuatro minutos. Pero la vida no es un video-clip. La vida es más como una serie de televisión, con sus múltiples capítulos, sus especiales de Navidad con tu madre borracha y con sus personajes expulsados por un "no debías haber follado a mi novia, hijoputa" cualquiera. No estamos adaptados, no nos sentimos cómodos. Las generaciones posteriores se han adaptado, viven en un mundo en el que la duración de las ideas no pasa del tiempo que dura el politono de moda. No tienen reglas, ni ganas, se limitan a vivir ese día a día con la actualidad cambiante y asumiendo lo que les llega tal como les llega. Pero a nosotros aún nos desequilibra, tenemos un periodo de aprendizaje un poco superior y no encajamos ya ni en este ni en ningún otro mundo. Como ya he dicho, o nos aburrimos o las cosas pasan demasiado deprisa.

Aunque a lo mejor todo esto sólo me pasa a mí, ¿quien sabe? De todas maneras el post me estaba encantando cuando lo he empezado y ahora me sabe a algo que he leido o he escrito antes y lo aborrezco. Será porque he tardado más de cuatro minutos en escribirlo...

Escrito por Anakinet a las 19 de Abril 2005 a las 12:41 AM
Comentarios

Opino que estas cayendo en el relativismo, Anakinet, como Ratzinger se entere... No, en serio, mi consejo de siempre, mientras vivas en el nihilismo, todo te sabrá como agua, a nada. Si quieres remediarlo, yo que tú entraría en alguna lucha. Mientras tengas algo o alguien por qué luchar, todo durará más de 4 minutos.

Escrito por Zet a las 19 de Abril 2005 a las 04:30 PM

La realidad esta ante nuestros ojos y nosotros la hacemos compleja por mas sencilla que sea. En el comienso de un bello amor ,se escriven los mas lindos poemas ,pero el que miente al dar la rason solo sabe el comienso de una trajedia.

Escrito por nadie a las 3 de Octubre 2005 a las 11:36 AM
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